Estos cuerpos acuíferos representan una fracción muy importante de toda el agua que se encuentra en los continentes.
El volumen del agua subterránea es mucho más importante que el volumen transformado en lagos o en ríos.
Las masas de agua subterránea más extensas pueden llegar a ocupar hasta un millón de kilómetros cuadrados. El agua en el subsuelo es tan valiosa que un tercio de la población mundial se abastece de ella.
Este tipo de agua forma parte de la precipitación que se filtra por medio del suelo hasta llegar a un material rocoso. Suele tener un movimiento en ángulos inclinados generalmente por efecto de la gravedad y a su tiempo llegan a ríos o lagos subterráneos.
Es una creencia popular que el agua subterránea llena cavidades y circula por las mismas, pero no es así. Sin embargo, suele encontrarse en poros y grietas del suelo, los cuales absorben el agua como una esponja.
Un acuífero es una masa de rocas permeables que permiten la circulación y almacenamiento de agua. Las rocas que lo conforman suelen ser muy variadas.
El agua subterránea se renueva gradualmente por procesos activos de recarga desde la superficie.
La renovación se produce de forma mucho más lenta comparada a los procesos que normalmente ocurren en la superficie. En algunos casos el proceso se torna increíblemente largo por periodos de aridez del suelo de la superficie.
En algunos casos se suele encontrar acuíferos fósiles. Estas bolsas de agua subterránea se formaron en épocas geológicas pasadas y por el clima actual, ya no poseen recarga.
El tránsito de agua suele ser lento dentro de la tierra y depende en gran medida de la porosidad que tenga el suelo. Por ejemplo: en zonas donde la permeabilidad es alta y el acuífero está cerca de la superficie el transito suele ser rápido.